Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:7


Siempre hemos contemplado a un niño dormido en su cuna, y es como asomarse a un mundo maravilloso, increíble e inalcanzable, el mundo, el verdadero mundo de la paz, 

Donde aún se siente la esencia divina en un ser humano, un ser humano recién llegado del cobijo celestial.

Y que guarda en él, en su pequeña existencia, la sensación de pertenecer al cielo, es por eso que en él vive la paz, la única, la perfecta paz de la bendición de Dios.

Pareciera que después de nacer, cada año de vida nos aleja del conocimiento y la paz de nuestro origen, hasta llegar a una completa ignorancia y perdida de paz, terminando cansados, agotados, exclamando;
¡Jesús, Padre Divino!     Si pudiera valorar tu ser, estaría pisando otro camino.

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