Cain y Abel


Según la Biblia, Adán y Eva concibieron a Caín después de ser desterrados del Paraíso por Dios debido a que habían desobedecido su orden de no comer del Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal.


Después de Caín, concibieron a otro varón, su hermano Abel. Caín se dedicó a la agricultura, mientras que su hermano menor al pastoreo. Según el relato bíblico estos hermanos presentaron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares; al verlos, Dios prefirió el sacrificio de Abel (de los primogénitos de sus ovejas) que el de Caín (del fruto de la tierra), quien enloqueció de celos y mató a su hermano, yéndose, después de esto, a sus cultivos. Al ser interrogado por Yahvé acerca del paradero de su hermano, Caín responde ¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?

Recordando el pasaje Bíblico del Antiguo Testamento de los hijos de Eva, Caín y Abel, nos hace reflexionar acerca de la actitud y comportamiento de los padres de familia en esta época, época en que los hijos por sus actividades y los adelantos tecnológicos son más independientes.
Y los padres de familia necesitan equilibrar la relación familiar y detectar a los primeros indicios de cualquier anomalía conductual de sus hijos.
Hoy en día es necesario no inclinar la atención ni la protección a algún hijo en especial, sin hacer ver una justificación ante los demás hermanos, ya que un favoritismo mal entendido puede ocasionar, enojos y malos comportamientos entre ellos además de herirse los sentimientos de los no protegidos, que al sentirse desplazados pueden reaccionar de forma agresiva.

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